viernes, marzo 21, 2014

Sí a la vida en la Antigüedad Clásica

La Antigüedad Clásica no era precisamente un lugar en el que se defendiera la vida de los más débiles: los espartanos abandonaban a los niños deformes en el Taigeto y en Roma en la columna lactaria del Foro se dejaba a los niños no queridos. 
Sin embargo, hubo ejemplos a favor de la vida. Me referiré a tres:
a) En el Juramento hipocrático está prohibido dar un abortivo a la mujer.
b) Ovidio en uno de sus poemas se muestra contrario al aborto.
c) Los primeros cristianos no abandonaban a sus hijos recién nacidos como dice la Carta a Diogneto:
Se casan como todos y engendran hijos, pero no abandonan a los nacidos. Ponen mesa común, pero no lecho. Viven en la carne, pero no viven según la carne. Están sobre la tierra, pero su ciudadania es la del cielo.

El caso de Ovidio en detalle:
En Amores 2, 14 Ovidio habla del aborto. Lo que aparentemente comienza siendo una crítica perso­nal de Ovidio a su amante Corina por haberse efec­tuado un aborto, toma un cariz mucho más general conde­nan­do a todas las mujeres que lo practican. La postura del poeta es clara. Por una parte está el niño indefenso y por otra la madre provista de armas contra él. Las dos conclusiones básicas son las siguientes: La primera es que la práctica abortiva es antinatural, por oponerse a las leyes de la naturaleza; refuerza su afirmación me­diante exempla, de los cuales sólo hemos recogido el de la vid. La segunda es que tiene reper­cusiones sociales para una mentalidad que pensaba con mucho afán en perpe­tuarse en su descendencia. Nos ilustra esta cuestión mediante ejemplos históricos. ¿Qué sería de Roma si las madres de sus grandes genios los hubiesen asesinado en su vientre?

OVIDIO, Amores, 2, 14

¿De qué sirve que las muchachas, exentas de partici­par en la guerra, estén inactivas y no deseen, armadas con la pelta[1], seguir a los fieros escuadrones, si, sin tener nada que ver con Marte, de sus propias flechas soportan las heridas y arman sus temerarias manos contra sus propios hechos? La que en primer lugar decidió arran­carse los tier­nos fetos, hubiera sido merecedora de morir en su propia batalla.
¿Es que para que tu vientre se vea libre del defecto de las arrugas, se ha de extender la arena de tu terrible lucha[2]?. Si esa misma costumbre hubiese sido adoptada por las madres de la antigüedad, el género humano hubiera desapare­cido por falta de hombres y alguien, origen de nuestra especie, habría tenido que lanzar de nuevo pie­dras en un mundo vacío[3].
¿Quién hubiera aniquilado el poder de Príamo si la divinidad marina Tetis[4] se hubiese negado a soportar el peso durante todo el tiempo completo?. Si Ilia[5] hubiese matado en su hinchado vientre a los gemelos, hubiera perecido el fundador de la dominadora ciudad. Si Venus, cuando estaba embarazada de él, hubiese atentado en su útero contra Eneas, la tierra se hubiera visto privada de los Césares. Tú tam­bién, pudiendo nacer hermosa, hubieses muerto si, como tú, tu madre hubiera intentado tu acción.
Yo mismo, a pesar de preferir mejor morir amando, no hubiese visto la luz del día en el caso de que mi madre hubiese acabado con mi vida.
¿Por qué privas a la repleta vid de las uvas que van creciéndole y tomas con mano cruel los frutos no maduros? ¡Qué caigan los maduros por su propio peso!. Deja que los que hayan nacido crezcan: la vida no es un premio sin importan­cia para una pequeña espera.
¿Por qué escarbáis vuestro vientre con afiladas armas y administráis crueles venenos a los que aún no han nacido?

[1] armadas con la pelta, escudo de las amazonas.
[2] Usa una imagen de la lucha del circo, cuando se alisaba y peinaba la arena después de la actuación de cada luchador.
[3] Se refiere a Deucalión y Pirra, únicos supervivientes del diluvio, los cuales, obedeciendo a un orácu­lo, repoblaron la tierra arrojando piedras hacia atrás. De las piedras que arrojaba Deucalión nacían hombres, de las que arrojaba Pirra mujeres.
[4] Tetis fue la madre de Aquiles, principal protago­nis­ta de la victoria griega sobre los troyanos.
[5] Ilia es uno de los nombres de Rea Silvia, madre de Rómulo.


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