Aurum Regi, thus Deo, myrrha defuncto.
Oro, incienso y mirra fueron los tres regalos de los Reyes Magos al Niño Dios. En este día quiero recordar estas palabras de Juan Pablo II invitando a los jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud de 2005 en las que se nos invita a regalarle eso mismo nosotros al Rey de Reyes y a descubrir también que en el fondo, por mucho que le ofrezcamos, ÉL es el que se dona totalmente a nosotros:
"Abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra" (Mt 2, 11). Los dones que los Reyes Magos ofrecen al Mesías simbolizan la verdadera adoración. Por medio del oro subrayan la divinidad real; con el incienso lo reconocen como sacerdote de la nueva Alianza; al ofrecerle la mirra celebran al profeta que derramará la propia sangre para reconciliar la humanidad con el Padre.
Queridos jóvenes, ofreced también vosotros al Señor el oro de vuestra existencia, o sea la libertad de seguirlo por amor respondiendo fielmente a su llamada; elevad hacia Él el incienso de vuestra oración ardiente, para alabanza de su gloria; ofrecedle la mirra, es decir el afecto lleno de gratitud hacia Él, verdadero Hombre, que nos ha amado hasta morir como un malhechor en el Gólgota.
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