2ª. Es más aconsejable seguir una programación sincrónica no exhaustiva (por géneros, tópicos, argumentos, etc.) que una programación diacrónica, que implica una visión más exhaustiva de la literatura.
3ª. Es necesario insistir en algunos aspectos de la proyección que han tenido en épocas posteriores un argumento, un pasaje, un tópico, etc., tanto en el campo literario como en el artístico en general.
4ª. Los textos escogidos deben permitir confrontar el modelo cultural latino con nuestro modelo cultural.
5ª. Las contextualizaciones histórica y literaria por parte del profesor son imprescindibles, aunque no deben resultar enojosas para el alumno hasta el punto de desvirtuar el valor de la obra que va a leer.
6ª. No es imprescindible que el alumno lea obras completas. A veces, una buena selección de fragmentos de una obra puede aligerar el texto de pasajes demasiado retóricos.
7ª. No es imprescindible que el alumno lea obras ejemplificadoras de todos los géneros literarios latinos, ni tan siquiera de los más importantes.
8ª. No es imprescindible que todos los alumnos lean lo mismo. Los intereses son diversos y la literatura latina nos ofrece suficientes textos.
9ª. Es conveniente que la clase de literatura sea una clase de intercambio de opiniones sobre los textos leídos, evitando que quede reducida sólo a una explicación historicista y a un comentario literario minucioso por parte del profesor. Claro está que las opiniones de los alumnos no deben reducirse a meras impresiones personales sino que han de fundamentarse en aquellos aspectos teóricos que el profesor haya señalado.
10ª. Es conveniente que el alumno conozca y consulte los instrumentos que pueden ayudarle a contextualizar sus lecturas presentes y futuras (diccionarios de mitología, diccionarios de literatura, etc.).
12ª. Es mejor leer poco, bien y con placer que mucho, mal y a disgusto. Las consecuencias de un buen curso de literatura no se verán en la prueba de acceso a la universidad sino en la trayectoria del futuro lector.