Hoy, día de los Santos Inocentes, encendemos esta lucerna herodiana (35 a. C.-35 d. C.) por todos los mártires y perseguidos cristianos y por todos los inocentes que sufren en el mundo, incluyendo a los que se les niega el derecho a vivir al comienzo o al final de su vida. La Luz de Cristo ilumina las tinieblas y el sufrimiento de los inocentes. Además, resulta emocionante pensar que el propio Jesús pudo iluminarse en su vida terrena con este tipo de lucerna. Él, que es la Luz, se abajó hasta necesitar la luz de la pequeña llama de una lucerna que, paradojas del destino, llamamos herodiana.